lunes, 31 de marzo de 2014

TRAS LAS HUELLAS VIKINGAS... CON LOS TEMPLARIOS HEMOS TOPADO

Era una mañana como otra cualquiera. Me encontraba leyendo el periódico mientras mordisqueaba una tostada y sorbía un poco de café cuando, de pronto, una noticia consiguió captar toda mi atención. Después de los fuertes temporales sufridos en Galicia éste invierno, el mar había dejado al descubierto en la playa de San Román (O Vicedo) restos de un yacimiento vikingo. ¡No podía pasarlo por alto! ¡Tenía que acercarme a verlo! Así que allá me fui.

He de reconocer que, nada más llegar, me sentí un poco decepcionada. Esperaba que el mar se hubiese llevado una gran cantidad de arena, quedando al descubierto un antiguo asentamiento. ¡Malditos prejuicios! ¡Sólo sirven para llevarse decepciones! Y es que me encontré una playa sin nada que llamase especialmente la atención aunque, todo sea dicho de paso, era preciosa. Decidí, entonces, preguntar en el bar que está pegado al aparcamiento. Todos los que allí se encontraban habían escuchado hablar del tema pero nadie sabía nada. ¡No me lo podía creer! ¡Me había hecho 2 horas de coche para nada! Por suerte, en ese instante apareció el camarero. Era una de ésas personas que saben de todo y conocen bien la zona en la que viven. Es una lástima que quede tan poca gente así hoy en día. Me indicó la zona en la que estaba la antigua fortificación, lo que hoy es un montículo llamado Os Moutillós y la zona en la que se encontraron las anclas, aunque ya se las había llevado Patrimonio para estudiar. De la fortificación nada podía verse ya que estaba totalmente cubierta de vegetación, pero me comentó que las piedras que allí había eran de cuarzo recubiertas de un material que no era de la zona, aunque no me supo especificar de qué se trataba. Recordaba que de niño solía jugar en la arena con sus amigos y era algo habitual encontrar huesos mientras cavaban un hoyo, por lo que se limitaban a hacer lo de siempre: tirarlos para otro lado y seguir excavando. ¡A saber quienes estarían allí enterrados! En cuánto a las anclas vikingas, las recordaba de toda la vida. Parece ser que, incluso, eran usadas como muertos por los vecinos de la zona. Son de forma triangular y metían un palo por el agujero que tienen en el medio, llamado ojo del arganeo, de forma que quedase perpendicular al ancla, evitando así que se  pudiesen desplazar. En definitiva, siempre estuvieron allí sin que nadie les diese valor hasta que apareció un entendido en el tema. Me recordó, en cierta medida, al Códice Calixtino, del cuál nadie sabía de su existencia hasta que lo robaron y, ahora, hay que  pagar entrada para verlo. ¡Qué curioso es el ser humano!

Ancla vikinga hayada en O Vicedo. Fotografía tomanda de elpais.com (7 de Marzo de 2014).

Seguí hablando con él y me indicó que, al final de la playa, hay una antigua grúa que servía para cargar madera en los barcos hacía 2 generaciones. También que, pasando la estación de trenes, había una casa en la que se reunían los templarios y en la que todavía podía verse el escudo que así lo indicaba. Hoy en día, vive allí una señora mayor y quién sabe lo que será de esa casa cuando ya no esté aquí.


Y sin quererlo ni beberlo, siguiendo a los vikingos topamos con los templarios, lo que nos llevó a la Isla Coelleira, cuyo nombre provenía de la gran abundancia de conejos que la habitaban. El faro que hay en ella era un antiguo monasterio y los monjes que allí vivían se dedicaban, en gran parte, al cultivo de maíz ya que, por suerte, la isla tiene agua dulce. De ellos también se sabe que se trasladaban a Viveiro a dar misa en barcas de cuero. ¡Parece mentira que algo así pudiese flotar! Pasados los años y después de una serie de acontecimientos, el monasterio pasó a ser propiedad de los templarios, una orden militar y religiosa fundada a principios del siglo XII y cuyo fin era defender la seguridad en los caminos y proteger a los peregrinos. Personalmente, una de las cosas que más me gusta de Galicia es que cada sitio tiene su leyenda y, como no podía ser de otra forma, a Illa Coelleira tiene la suya propia. Todo aconteció una noche en la que se escuchó el repicar de la campana del monasterio. Fue entonces cuando varios verdugos comenzaron a degollar a los monjes, que sufrieron con gran martirio y resignación los últimos instantes de sus vidas. Pero se dice que uno de ellos consiguió sobrevivir y, vestido de paisano, se refugió en una casa de O Vicedo, en la playa de Xilloi, hoy conocida como Casa do Paisano. También se rumorea que, durante una noche en la que había una gran tormenta, en ésa misma playa, apareció San Esteban, al que colocaron en un carro de bueyes que anduvo hasta el lugar en el que, posteriormente, se construyó la iglesia de San Esteban.

Como siempre, dejo enlaces para quien quiera saber más.

lunes, 24 de marzo de 2014

CUANDO LOS GALLEGOS DECIDEN LUCHAR

Galicia, siglo XV, plena Edad Media. Parece que no podría ocurrir nada digno de mención, ¡pero vaya si sucede! Se trata de una de las primeras rebeliones populares contra el régimen feudal: A Revolta Irmandiña.

Es un tiempo difícil para la Península Ibérica, en el que Galicia formaba parte de la Corona de Castilla, constituyendo una parte muy importante de ella. El, por aquel entonces Rei de Castilla, Enrique de Trastámara, impone una alta nobleza foránea, cuyos miembros más destacados son son los Osorio en Monforte de Lemos y Sarria, los Andrade en Pontedeume, los Moscoso en Vimianzo, los Sarmiento, los Ulloa o los Sotomayor. Todos ellos intentan enriquecerse rápidamente y para ello, cobran impuestos abusivos y cometen innumerables injusticias. Los campesinos estaban atemorizados. No se atrevían a salir de sus propias casas para cultivar las tierras y dormían juntos en las iglesias por miedo a posibles represalias. Veían como saqueaban sus ganados y cosechas, secuestraban a los labradores más ricos para cobrar, posteriormente, el rescate y violaban a sus mujeres e hijas. La clase alta había perdido toda su clase, convirtiéndose en malhechores. Y lo que es aún peor, la justicia también había desaparecido. Tan comunes llegaron a ser éstos actos atroces, que estaban dentro de la legalidad. Cada señor feudal levantaba su propio castillo y actuaba como si de un pequeño reino se tratase.

Roi Xordo, lider da Irmandade Fusquenlla.
Después de un tiempo que pareció una eternidad, la situación se volvió insoportable. Ya no aguantaban más. A todas éstas injusticias había que sumarle años consecutivos de malas cosechas y pestes. La población mermaba cada vez más. Sin embargo, por una vez, los gallegos no decidimos emigrar, sino luchar. De modo que los campesinos unieron sus fuerzas con la baja nobleza, la cual, había perdido parte de sus poderes y, como si de un volcán entrando en erupción se tratase, los Irmandiños se organizan y toman el poder. Encuentran su lider en Roi Xordo, que dirige A Irmandade Fusquenlla, la cual se inició en las tierras de los Andrade e iba contra la gran dureza con la que Nuno Freire de Andrade (uno de los más odiados, conocido como O Mao), trataba a sus vasallos y, posteriormente, éste movimiento se extendió a los arzobispados de Lugo, Mondoñedo y Santiago de Compostela. Es en éste último lugar cuando se ven obligados a dar marcha atrás, ya que se topan con el ejército del arzobispado, más numeroso y mejor preparado. Años depués, viendo que la situación se mantenía en el tiempo y que la peste cada vez se cobraba más víctimas, los irmandiños vuelven a organizarse originándose una dura guerra que dura 2 años, conocida como A Gran Guerra Irmandiña. Ésta vez, los jefes del movimiento son Pedro de Osorio en el centro de Galicia, Alfonso Lanzós en la zona Norte y Diego de Lemos, en el Sur de la provincia de Lugo y Norte de Ourense. Durante éste tiempo, los nobles son desterrados y todos los castillos existentes en Galicia, alrededor de unos 130, derribados. ¡Ni un sólo símbolo de poder quedaría en pié! Todo un auténtico movimiento ideológico propulsado por una mentalidad justiciera y antiseñorial y una hermandad, A Irmandade Xeral, formada por 80.000 efectivos. 

Pedro Madruga, lider por la sucesión del Reino de Castilla.
No obstante, ésta gran historia de valor no tuvo el mejor de los finales. Y es que todo comienza a torcerse cuando Pedro Madruga, noble desterrado a Portugal, inicia desde allí un ataque feudal. Cuenta con el apoyo de nobles y del arzobispo de Santiago de Compostela, y lo que es clave para la victoria: una mejor maquinaria de guerra. Finalmente, los Irmandiños son derrotados, dando muerte a sus líderes y aquellos que quedan con vida, son obligados a reconstruir las fortalezas y castillos que, con tanto esfuerzo y sudor, habían derruido. ¿Podría existir algún castigo peor? 

Habríamos perdido la guerra, pero conservado el honor, y es que cualquier acción es mejor que no hacer nada.

Dejo el enlace a un trabajo de Carlos Barros, profesor de Historia Medieval en la Universidad de Santiago de Compostela, en el que se profundiza sobre el tema.
http://www.h-debate.com/cbarros/spanish/revuelta.htm

lunes, 17 de marzo de 2014

A MOURA DE PENA FURADA

Hace un tiempo, paseando por el campo con un amigo que se conoce hasta el más mínimo recoveco de Galicia, terminamos el día de excursión en Pena Furada. Para los que conozcáis un poco la zona, Pena Furada está cerca de Betanzos (A Coruña) en el ayuntamiento de Coirós, más concretamente en el lugar de Figueiras. El yacimiento está situado en la ladera de una montaña, desde la que hay una vista panorámica del valle del Río Mendo. Es un lugar que, sin duda, se ha emplazado estratégicamente tanto para ver como para ser visto, en una zona por la que, antiguamente, pasaban varias vías de comunicación de los núcleos más importantes de la comarca.

Bordeando unos bloques de granito, y atravesando lo que en su día debió de ser una puerta, nos encontramos con una especie de altar, al que se accede mediante unas escaleras. En él hay una pía rectangular, que se empleaba para la realización de ofrendas, y el petroglifo de una mujer, A Moura, que posee el sexo muy marcado, sujetándose la vulva con las manos y apuntando con ella hacia el ocaso, por lo que se cree que podría servir como lugar de culto a la fertilidad. Pero... ¿quién era “A Moura”? Pues parece ser que la opción más plausible es que se corresponda con la diosa celta Navia, diosa de la fertilidad y de las aguas. Para los romanos ésta diosa sería Santa Mariña, cuya iglesia se encuentra en el valle que se sitúa justo a nuestros pies, en línea recta con el yacimiento. 


Moura de Pena Furada. Fotografía tomada de "La Iberia Mágica".

Sin embargo, lo más llamativo de éste lugar es que la figura da moura pasa completamente desapercibida, exceptuando las horas centrales del día y el ocaso, cuando destaca claramente. Cuenta la leyenda, que es precisamente en ésos instantes cuando as mouras (con fama de hechiceras y cuidadoras de tesoros) presentan una mayor actividad. 

Por otra banda, también se observa una clara relación con el equinocio de primavera, en el que el sol se alinea la "puerta" por la que entramos, y el de otoño, donde se alinea con A Moura. No obstante, aún falta constatar las relaciones astrales con la orientación de las figuras y la luz.

Éste es, simplemente, un breve comentario del lugar, el cual es muy complejo, y existen más elementos arquitectónicos que los aquí mencionados. Invito a todos aquellos curiosos que deseen visitarlo a hacerlo. Sé que quienes os acerquéis por allí no seréis de la clase de personas que pisoteen el petroglifo, sino que lo cuidaréis para evitar su erosión y deterioro, así que en ese aspecto no tengo nada que comentaros. También estoy segura de que sentiréis lástima al ver como una parte del yacimiento ha sido destruido debido a la construcción de una pista forestal que hoy está en desuso. 

Para quienes deseéis saber más acerca de éste mágico lugar, os dejo el enlace (en gallego) de la página web oficial del proyecto arqueológico de Pena Furada.