Tras una subida que parece interminable, llegamos a O Cebreiro. Mucho ha cambiado desde la última vez que estuve allí, hará unos 10-15 años. Ahora hay peregrinos y albergues por todas partes. Demasiado turístico para mi gusto ya que siempre se acaba perdiendo la autenticidad del lugar.
Como todo buen peregrino sabe, la iglesia de Santa María La Real es visita obligada ya que en ella se encuentra el cáliz del Santo Grial. Dentro, nos encontramos con un monje benedictino que nos llama la atención no sólo por sus vestimentas sino también por su juventud. No sé si sería el añorar hablar con gente joven o el querer escaquearse del trabajo, pero fue un guía excelente.
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Virgen de los Remedios. Fotografía
tomada de "El Camino de Santiago
desde Asturias".
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En cuánto al cáliz, no se supone que sea el de la última cena de Jesucristo, pero sí que en él ocurrió un milagro. Cuenta la leyenda que, en el S. XII, durante una fría y dura noche de tormenta como pocas suceden, el cura deseaba que no acudiese ningún fiel, ya que así no tendría que decir misa y podría retirarse a su casa. Pero un vecino de la zona, el cual era muy devoto y nunca dejaba de acudir a escuchar la eucaristía, se presentó allí a pesar de las inclemencias meteorológicas. Al párroco no le sentó muy bien y ofició la misa a disgusto. Entonces, Dios, para castigar la falta de fe del cura y premiar la
gran fe del devoto, mientras se realizaba la consagración del pan y el vino, realizó el milagro de convertir la hostia y el vino en carne y sangre. Fue en ese mismo momento, cuando la talla de la Virgen de los Remedios (que hoy día se encuentra en la pared derecha del edificio) inclinó la cabeza como muestra de respeto al milagro que estaba sucediendo, permaneciendo en ésta postura para toda la eternidad. Ambos hombres, protagonistas de nuestra historia, se encuentran enterrados en la iglesia, compartiendo un lugar destacado junto con el cáliz. Años mas tarde, cuando los Reyes Católicos volvían de una visita a Santiago de Compostela, pararon en O Cebreiro y escucharon hablar del milagro que allí había sucedido, por lo que deciden regalar unas pequeñas urnas de cristal en las que se guardan, al vacío, un trozo de carne y un trozo de tela manchado de lo que presume ser sangre.
gran fe del devoto, mientras se realizaba la consagración del pan y el vino, realizó el milagro de convertir la hostia y el vino en carne y sangre. Fue en ese mismo momento, cuando la talla de la Virgen de los Remedios (que hoy día se encuentra en la pared derecha del edificio) inclinó la cabeza como muestra de respeto al milagro que estaba sucediendo, permaneciendo en ésta postura para toda la eternidad. Ambos hombres, protagonistas de nuestra historia, se encuentran enterrados en la iglesia, compartiendo un lugar destacado junto con el cáliz. Años mas tarde, cuando los Reyes Católicos volvían de una visita a Santiago de Compostela, pararon en O Cebreiro y escucharon hablar del milagro que allí había sucedido, por lo que deciden regalar unas pequeñas urnas de cristal en las que se guardan, al vacío, un trozo de carne y un trozo de tela manchado de lo que presume ser sangre.
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Cáliz do Cebreiro en el centro. A la iderecha urnas en las que se
guardan la carne y la sangre y, a la izquierda, la cobertura de éstas
urnas. Fotografía tomada de todocoleccion.net.
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